Para que yo me llame Javier como ahora me llamo fue necesario que mis padres, Eleuterio y Dolores se conociesen. Y eso no fue fácil ya que sus vidas empezaron en lugares muy distintos. Desde el interior de Castilla mis abuelos maternos emigraron al País Vasco y allí es donde nació mi madre. Las dificultades de la guerra interrumpieron su infancia y la arrastraron a través de un exilio de varios meses, por Francia hasta Catalunya y posteriormente de vuelta a casa, a la que ella consideró su casa, Donosti, San Sebastián. Sin apenas formación le tocó trabajar y vaya si lo hizo. Entró como chica para todo en casa de un capitán de la marina.
Mi padre tuvo unos comienzos mucho más simples...
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